La Amistad: Relación que te Sostiene de por Vida

Hoy conversaba con una amiga muy querida sobre qué escribir en esta columna. Con ella intercambiábamos ideas sobre un tema muy interesante: la fragilidad de la vida. Le comentaba que me costaba abordar el tema desde una mirada positiva, sin traspasar en el papel la pena y el desconcierto que me ha tocado vivir de manera intensa últimamente. Hace un par de meses se murió mi cuñado de un infarto al corazón (un hombre increíble de 49 años, padre de seis hijos), mi mamá estuvo internada en la clínica por una complicación pulmonar y unos exámenes médicos que me hice, arrojaron unos resultados no esperados...

| Paulina Respaldiza Paulina Respaldiza

Hoy conversaba con una amiga muy querida sobre qué escribir en esta columna. Con ella intercambiábamos ideas sobre un tema muy interesante: la fragilidad de la vida. Le comentaba que me costaba abordar el tema desde una mirada positiva, sin traspasar en el papel la pena y el desconcierto que me ha tocado vivir de manera intensa últimamente. Hace un par de meses se murió mi cuñado de un infarto al corazón (un hombre increíble de 49 años, padre de seis hijos), mi mamá estuvo internada en la clínica por una complicación pulmonar y unos exámenes médicos que me hice, arrojaron unos resultados no esperados...

Siempre he tratado de conducir mi vida a la luz de la fe práctica en la Divina Providencia. Medito las voces de Dios, pero éstas últimas han sido voces un poco más confusas, porque tocan el corazón y nos reafirman que somos frágiles. A pesar de todo, tengo la certeza de que Dios conduce amorosamente nuestras vidas y que todo lo que viene de Él es bueno para mí. Pero a veces cuesta. Uno debería abandonarse con alegría en sus brazos, pero para mí no ha sido fácil y –a pesar de todo lo que siento- me parece natural.

La Vero, mi amiga, me decía: "La existencia es algo extraordinario, es frágil, tal vez corta. En lo posible, siempre debemos estar preparados para partir al encuentro con Dios Padre. La vida es para vivirla al máximo, en forma sana, aprovechando cada instante. Creo que es importante poner nuestra vida en orden, reflexionar sobre ella; tal vez es hora de hacer un cambio".

Yo le pregunté: "¿un cambio de que tipo?".

Con esa sencillez tan característica de mi amiga, me aclara: "Un cambio en nuestra forma de vivir, de actuar y de ver la vida". Me habló de las prioridades de la vida, de nuestro orden de ser y de actuar.

Cuántas veces nos desviamos del camino o ciertos hechos de la vida nos hacen confundirnos, pero nuestro querido Padre Dios usa maravillosos instrumentos (esas increíbles causas segundas, que lo transparentan a Él) y que nos ayudan a volver la mirada sobre lo importante y experimentar a través de su compañía, la misericordia y el amor de Dios Padre.

Uno de esos dóciles e incondicionales instrumentos son los amigos. Y aunque parezca insólito, yo que hace 30 minutos estaba "mirando el vaso medio vacío", tan sólo con las palabras adecuadas y con el cariño y paciencia de mi amiga Vero, cambié esa mirada por una que construye y fortalece el alma.

La vida puede sorprendernos, pero siempre nos sorprenden más los verdaderos amigos que te sostienen. Muchas cosas pueden cambiar, pero lo que nunca cambiará es que la verdadera amistad es uno de tantos regalos por los cuales agradecer a Dios. Yo hoy le agradezco de manera especial por todos mis amigos, en especial por quien me ayudó a escribir esta columna.

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